Uno de esos días
Hoy andamos extrañándolo y sé que
prometí no volver a escribir sobre él, pero es inevitable no desbordar mis
sentimientos en otro lugar que no sea este. Lo extraño y tal vez sea un juego maquiavélico
del PMS, pero no dejo de sentir preocupación sobre su bienestar. Estoy segura
que no es recíproco, sé que no se ha dado cuenta que lo borré del 90 por
ciento de mis redes sociales y además sé que ni se ha fijado que lo bloqueé de “Whatsapp”.
He hurgado un poco en los escritos
que comparte y me he fijado que no la está pasando bien y me entristece. Está
deprimido y me frustra saber que la raíz debe ser algún amor no correspondido.
Y yo aquí, muriendo por cambiar de capítulo su vida. El problema es que no tengo
el cabello, el cuerpo y menos la edad que él prefiere que tenga una mujer que
cumple sus expectativas. Y ahí nacen sus problemas amorosos, a no ver más allá
del acantilado; no ve que existen arcoíris hermosos y dispuestos a llenar su
vida de colores.
Me la he pasado pensando en todo lo pudiéramos
estar experimentando. Me encanta el turismo interno y pienso en todos los
lugares que me encantaría llevarlo que estoy segura que él nunca ha ido y otros
tantos que la experiencia sería mutua por ser novedad para mí también. Creo que
nunca en mi vida he querido tenerlo todo con alguien y cuando digo todo, es
TODO. Pero vuelvo a mi realidad, esa en la que él no está.
En fin, como diría Jaime Sabines: “Lo quiero como se quieren a ciertos
amores, a la antigua, con el alma y sin mirar atrás”.
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